La CUARTA TRANSFORMACIÓN Y el tercer estado de Emmanuel Sieyès – Víctor Alejandro Rosales García.

 “(…) poner de manifiesto que el Tercer Estado constituye las

diecinueve vigésimas partes de ellas con la diferencia de que

está encargado de todo lo que es verdaderamente penoso, de todas

 las tareas, en fin, que la clase privilegiada se niega a cumplir”.

Emmanuel Sieyès

 

En enero de 1789 Emmanuel Sieyès, publica uno de sus escritos más impactantes: ¿Qué es el Tercer Estado? Célebre escrito que tuvo un papel sobresaliente en los debates que condujeron a la proclamación de la Asamblea Nacional en Francia, días antes del 14 de julio. En dicho texto plantea tres cuestiones fundamentales: ¿Qué es el Tercer Estado? Todo; ¿Qué representa actualmente en el orden político? Nada; ¿Qué pide? Llegar a ser algo. Sin duda el texto del Abate Sieyès fue fundamental para el pensamiento de la Revolución Francesa. Es por ello que, guardadas las debidas proporciones y haciendo la analogía de lo que Sieyès proclamó como el Tercer Estado, hoy parece indispensable recurrir a este tipo de textos y experiencias históricas para dimensionar lo que es la Cuarta Transformación y el papel que el pueblo de México ha de desempeñar en ella. Así es que comenzamos al igual que Sieyès por plantear tres cuestiones de vital importancia:

 

  • ¿Qué debe llegar a ser la Cuarta Transformación? Un nuevo régimen político impulsado por el pueblo.
  • ¿Qué representa actualmente en el orden político? Una posibilidad con un enorme potencial.
  • ¿Qué pide? No pide ni implora, exige.

 

Análogamente, el Tercer Estado de Sieyès es el pueblo mexicano en la actualidad, entendido en el sentido gramsciano como el bloque social de los oprimidos, de los desposeídos, de los explotados y marginados. Es quien ha tenido que cargar con otros dos Estados, también analógicamente, los grandes empresarios y la burocracia política y administrativa. Resulta que la inmensa riqueza de los empresarios más acaudalados de nuestro país, así como de encumbrados políticos, es gracias al trabajo asalariado de millones de personas que trabajan por míseros sueldos que permiten vivir siempre con muchas limitaciones.

 

¿Hay alguna razón para pensar que el pueblo mexicano, el Tercer Estado, es incapaz de salir adelante por sus propios medios? La única razón que podemos encontrar para pensar que el pueblo ha sido sometido por una minoría egoísta, clasista y racista, es su propia incapacidad para entender que él es el soberano. Cuando entienda que el poder reside en él, será invencible. Es un ente que ha tenido las manos encadenadas durante siglos, sólo ha habido periodos históricos en los que ha desatado sus brazos para derribar a sus opresores, pero sólo para darse cuenta que al ganar libertad, también obtuvo responsabilidades. Es por ello que Sieyès afirmaba que el Tercer Estado es “un todo trabado y oprimido, ¿Qué sería el Tercer Estado sin la clase privilegiada? Todo, pero un todo libre y floreciente”.

 

Es por ello que el Tercer Estado de la Cuarta Transformación busca que sus representantes salgan de su misma clase, del pueblo mismo. Ya no está dispuesto a permitir que las clases privilegiadas, llámense empresarios, clase política de larga tradición o personajes totalmente improvisados que son usados por los poderosos para legitimar una embustera representación “popular”, impongan desde arriba y mientan al decir que los representantes emanan desde abajo. El Tercer Estado lo que busca es que quienes estén en las estructuras del poder, sean realmente sus representantes, sus emisarios que actúen bajo la premisa del poder obediencial. Que trabajen en aras del bienestar colectivo y, sobre todo, de aquellos que más requieren de la atención de las instituciones públicas. De ahí la importancia de entender que ¡por el bien de todos, primero los pobres!

 

Después de décadas y tal vez de siglos de manipulación, lo que se busca es terminar con la falsa representación de los poderosos que sólo encarnan a sus propios intereses, no los intereses de los más desprotegidos, que siempre son mayoría. Y esta representación real y legítima, tiene por tarea sentar las bases de un nuevo régimen político; de nuevas leyes, nuevas instituciones y nuevas autoridades con principios renovados y alejados de cualquier tipo de práctica política clientelar, corporativa y autoritaria del ejercicio del poder que caracterizaba al viejo régimen.

 

Es por ello que, a la pregunta ¿Qué debe llegar a ser la Cuarta Transformación? Podemos responder: un nuevo régimen político impulsado por diversos sectores del Tercer Estado. Un nuevo régimen que, como ya se ha mencionado, cuente con nuevas y renovadas instituciones públicas, con nuevas formas organizacionales, nuevos procedimientos y una gran desburocratización administrativa. Todo ello enmarcado en una estructura jurídica renovada y que responda a las necesidades, demandas y aspiraciones del pueblo. Y por supuesto, con servidores públicos con principios, con una ética a prueba de cualquier cañonazo y con principios que afirmen la vida y el bienestar del Tercer Estado.

 

¿Qué representa actualmente en el orden político el Tercer Estado en México? Una posibilidad con un enorme potencial. Sin embargo, esta posibilidad está amenazada por la infiltración de la derecha y por la mala fe, por los de la falsa conciencia de clase y que son “(…) los más valientes defensores de la aristocracia estarán en la clase del Tercer Estado y entre los hombres que, nacidos con mucho ingenio y poca alma, se sienten ya ávidos de poder y de las caricias de los grandes como incapaces de sentir el precio de la libertad (…) ¿Quién ignora que los sirvientes se muestran más bravos y decididos para defender los derechos de sus amos que los amos mismos?”. Este segmento de la población, caracterizado por su falsa conciencia de clase, por sus deseos aspiracionales y que venden su honor y dignidad por un plato de lentejas, son como el sabueso que defiende la casa del amo, y a quien alimentan con las sobras y jamás lo dejan entrar en la casa sin importar el clima y las desventuras que pueda sufrir por defender los intereses de su amo, así le cueste la vida misma. Este sector es utilizado como ariete por las personas realmente poderosas que son dueñas de inmensas fortunas que sienten que sus “privilegios” han sido vulnerados. Es a ellos a quienes debemos convencer de que al final del día son parte del pueblo y que por buenos salarios que puedan llegar a recibir, no son dueños del capital ni de medios de producción; al término de su jornada siguen siendo asalariados.

 

Aquí es importante detenernos para entender que, al igual que para Sieyès, para nosotros, un privilegio “es una dispensa para el que lo obtiene y un desaliento para los demás”. Es por esto que peleamos en contra de los privilegios. Todos debemos ser iguales ante la ley, ante las instituciones, ante los tribunales y ante los demás seres humanos, sin importar raza, posición social, riqueza, propiedad, nivel educativo o tradición familiar. Todo privilegio genera desigualdad, debilita el Estado de Derecho y fragmenta a la sociedad entre pocos ricos con privilegios, y millones de pobres sin derechos.

 

Es por ello que actualmente en el orden político, el Tercer Estado representa una posibilidad, una potencia generadora de profundas transformaciones en la vida pública de nuestro país. Esta posibilidad sólo podrá convertirse en realidad palpable y tangible, en la medida en que el pueblo entienda e interiorice el proceso que implica “la revolución de las conciencias”. Proceso que requiere una transformación profunda de hábitos, costumbres, formas de ver y entender al mundo, a la política, a lo social e incluso a las relaciones entre los seres humanos. Es un proceso de autoconocimiento para transformar las conciencias. Sólo “si el Tercer Estado sabe conocerse y respetarse, es seguro que los demás le respetarán también”.

 

¿Qué pide el Tercer Estado en la actual realidad mexicana? No pide nada como si fuera una dádiva, ni implora por favores ni por pequeñas concesiones a los poderosos. Hoy grandes sectores del Tercer Estado exigen sus derechos, reclaman lo que saben les ha sido arrebatado. Hoy el pueblo se ha quitado la venda que le impedía ver la realidad: que vivía bajo la dominación de empresarios, medios masivos de comunicación, una élite política rapaz, egoísta, corrupta y preocupada sólo por satisfacer su apetito y sed de poder y dinero. Sólo cuando uno se da cuenta de la realidad sabe que los derechos se conquistan, no se imploran; sólo en ese momento de lucidez intelectual, del despertar de las conciencias, es que un pueblo es capaz de decir ¡ya basta! Estamos hartos de mal vivir, de mal comer, de ser ignorantes y susceptibles de manipulación.

 

Este despertar es parte de la “revolución de las conciencias”. Esta revolución es la que hace que grandes segmentos del Tercer Estado (hay que entender que el pueblo no es homogéneo), despertemos de nuestro prolongado letargo y ahora ya no estemos dispuestos a recibir migajas, ahora con el despertar de la conciencia exigimos derechos, porque sabemos que como seres humanos, somos depositarios de largas tradiciones de lucha que conquistaron esos derechos, a costa de la sangre y de la vida de millones de personas que nos antecedieron en la lucha por una vida digna y feliz.

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